En 1951, Nils Gustaf Håkansson, un ciclista sueco de 66 años, protagonizó uno de los episodios más inspiradores del deporte amateur europeo. Cuando los organizadores de la Sverigeloppet —una exigente carrera de resistencia de 1,000 millas (1,609 km) a través de Suecia— rechazaron su inscripción por considerarlo «demasiado mayor», Håkansson respondió con una hazaña que entró en la historia:
- El viaje épico a la salida:
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Recorrió 600 millas (965 km) desde su casa en Helsingborg hasta Estocolmo en un roadster pesado modificado, demostrando su resistencia antes incluso de comenzar la carrera.
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Llegó 20 minutos tarde al inicio, pero los jueces le permitieron comenzar 20 segundos después del pelotón.
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- Estrategia revolucionaria:
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Mientras los demás competidores cumplían con las paradas obligatorias, él descansaba solo una hora por noche, pedaleando hasta 22 horas diarias.
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Usó un ritmo constante de 15 km/h y se alimentó con pan negro, queso y café, evitando frenazos o sprints.
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Victoria no oficial, legado eterno:
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Cruzó la meta en 5 días y 5 horas, superando a ciclistas décadas más jóvenes. Aunque no fue reconocido oficialmente, la prensa sueca lo bautizó como «Lille Rask» («Pequeño Rápido»).
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Continuó montando hasta los 102 años (falleció en 1987), convirtiéndose en un símbolo científico de los beneficios del ejercicio en la longevidad.
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Detalles técnicos de su proeza:
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Bicicleta: Svenska Ståls (acero sueco), sin cambios de marcha, peso ~20 kg.
- Buje de freno de tambor, conocido como «Sachs Torpedo»
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Ruta: Terrenos irregulares con tramos de tierra y nieve residual.
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Reconocimiento póstumo: En 2015, el Museo del Deporte Sueco incluyó su roadster en una exposición sobre «los inadaptados que cambiaron las reglas».
«La edad no es un límite, es un número tallado en el casco de los cobardes» — Håkansson en Dagens Nyheter (1952).
LETRA
La montaña tembló, cuando le vio pasar
Pero Nils Gustaf, no miró hacia atrás.
Con el viento en el rostro, él quiso soñar,
y siguió en carrera, decidido a ganar.
Ni la lluvia, ni el barro, ni el frío polar,
este viejo sueco, no sabe frenar.
La meta en su mirada, risa de trueno,
cada pedalada hace temblar el infierno.
El abuelo de acero,
no conoce el miedo,
con la fuerza del viento,
ganó la carrera al tiempo.
El mundo miraba, pero él no frenaba,
sin escuchar el murmullo de lluvia cercana.
pasó por valles y montañas y mil millas rodó,
en cinco días y cinco horas, la meta cruzó.
El abuelo de acero ,
no conoce el miedo,
con la fuerza del viento,
ganó la carrera al tiempo..
Como la tortuga que no escuchaba.
Como raíz profunda, a tierra aferrada.
y sin creer en la suerte, corazón indomable,
que escupe a la muerte: «¡Persígueme, cobarde!»
«¡Retírate, abuelo!» , ¡Él escupió al suelo!
«¡el cuadro es de hierro! , ¡mi bici, un torpedo!»
El abuelo de acero ,
no conoce el miedo,
con la fuerza del viento,
ganó la carrera al tiempo.