En la era de las redes sociales, es sorprendente (o tal vez no tanto) cómo las grandes empresas tecnológicas han convertido sus perfiles oficiales en nada más que herramientas de marketing. Antes, existía una vaga esperanza de que, al interactuar con sus publicaciones, podrías recibir alguna respuesta o asistencia. Hoy, esa esperanza es prácticamente inexistente.
Una línea directa… hacia un muro de silencio
Enviarles un mensaje privado o etiquetarlos públicamente en una queja es como gritarle al vacío. ¿La respuesta habitual? Nada. O, en el mejor de los casos, un enlace genérico a su página de contacto o su sección de preguntas frecuentes, donde te encontrarás perdido entre formularios interminables.
Hace algunos años, algunas de estas empresas al menos mantenían una fachada de interacción. Si expresabas públicamente una queja, respondían, aunque fuera por vergüenza o presión social. Pero esa época ha quedado atrás. Ahora, sus perfiles sólo sirven como altavoces para bombardeos publicitarios, alejándose del propósito inicial de las redes sociales: la conexión e interacción.
¿Atención al cliente o campo de buitres?
Lo peor ocurre cuando intentas obtener ayuda. En cuestión de minutos, no recibes respuestas de la empresa, pero sí de decenas, incluso cientos, de «soluciones» de terceros. Personas y empresas que ofrecen sus servicios, siempre de pago, y muchas veces sin escrúpulos. La única función real que cumplen las cuentas de estas corporaciones es atraer a estas alimañas que están a la caza de clientes vulnerables.
Personalmente, me ha ocurrido: publiqué una consulta sobre un problema técnico en el perfil de una gran tecnológica y, en menos de 5 minutos, mi bandeja de entrada estaba llena de respuestas. Ninguna de ellas era una solución desinteresada, sino propuestas comerciales. Esto deja claro que las redes sociales de estas compañías ya no son un canal útil para el usuario común, sino un imán para oportunistas.
Los foros, un rincón que extrañamos
Qué lejos han quedado los días de los foros comunitarios, donde usuarios reales compartían sus experiencias, soluciones y conocimiento de forma altruista. Eran espacios donde de verdad se respiraba colaboración. Si tenías un problema, había una buena probabilidad de que alguien respondiera con una solución genuina, sin buscar nada a cambio.
Ahora, esos espacios se han diluido. Las grandes tecnológicas han centralizado todo en sus plataformas, pero sin un interés real en mantener una interacción significativa con los usuarios.
¿Qué hacer?
Tal vez la mejor forma de rebelarnos contra esta desconexión es dejar de seguir sus perfiles en redes sociales. Si no ofrecen un servicio real, ¿por qué deberían tener una audiencia? Mejor redirigir nuestra atención a comunidades independientes, foros especializados (los pocos que quedan) y redes donde la interacción aún sea genuina.
Las redes sociales fueron pensadas para acercarnos, pero estas empresas parecen más interesadas en convertirlas en vitrinas. Tal vez sea hora de dejar de mirar