En un mundo donde la poesía a menudo busca el aplauso fácil o la belleza superficial, Alas de Cristal emerge como un testimonio lírico auténtico y valiente. Escrito a dos voces por Adriana y Eduardo, este poemario no nace para deslumbrar ni para complacer, sino para existir plenamente, para ser escuchado desde la urgencia, el dolor y la luz que se filtra entre los restos de la experiencia vivida.
El prólogo del libro lo anticipa con claridad: “No toda la poesía nace para ser admirada. Algunas palabras, algunos versos, no buscan aplausos ni premios, sino simplemente salir. Existir. Respirar fuera del cuerpo que los retuvo demasiado tiempo”. Así, cada página de Alas de Cristal se convierte en una habitación abierta al lector, donde la tristeza y la sombra dialogan con la belleza quebradiza de quien ha sentido profundamente. Es un poemario que no se lee, sino que se escucha por dentro, invitando a acompañar a quien escribe en su vuelo frágil y transparente.
Dividido en cinco partes, el libro recorre paisajes interiores y exteriores: desde la soledad de un amanecer (“MI AMANECER”) y el capricho del destino (“CAPRICHOSO DESTINO”), hasta la ternura de un niño (“ANGEL SIN ALAS, QUERUBÍN DE LA LUNA”), la nostalgia de un mundo perdido (“LA MUJER DEL CÁNTARO”) o la fuerza indómita de un corcel (“FOGOSO CORCEL”). La voz poética se mueve entre el dolor y la esperanza, la ausencia y el deseo, el mundo onírico y la realidad cotidiana, siempre con una mirada limpia y vulnerable.
Alas de Cristal es, en definitiva, un libro para quienes buscan poesía verdadera: aquella que no teme mostrarse sin máscaras, que celebra la fragilidad y la valentía de vivir, y que invita al lector a reconocerse en cada verso. Un poemario que, como bien advierte su prólogo, no dejará a nadie ileso, y que, por eso mismo, es imprescindible para quienes creen en el poder transformador de la palabra. Bienvenidos a este vuelo delicado y necesario.