Chuang Tzu (siglo II a. C.) es posiblemente el más espiritual de los filósofos chinos. Incluso se lo considera el mayor representante del taoísmo, ya que divulgo los escritos de Lao Tzu, figura legendaria de esa doctrina.
Thomas Merton recoge en este libro una colección de fragmentos representativos y brillantes del gran pensador, recreándolos y dándonos su versión personal y a la vez respetuosa. Mediante poemas, aforismos y cuentos satíricos, logra dar una visión completa de su pensamiento, propio de su época pero también plenamente vigente par el conflictuado hombre contemporáneo.
mis marcadores sobre este libro:
- El libro de la Biblia que más evidentemente se parece a los clásicos taoístas es el Eclesiastés. Pero, al mismo tiempo, hay mucho en las enseñanzas de los
Evangelios acerca de la simplicidad, el ser como los niños y la humildad, que responde a las más profundas aspiraciones del libro de Chuang Tzu y el Tao Te ching - El amor a la sabiduría lleva a una sabiduría prefabricada. El amor al conocimieto lleva a la búsqueda de fallas
- No hay límites fijos. El tiempo no se detiene. Nada perdura. Nada es definitivo. No se puede agarrar el final o el principio. El que es sabio ve que cerca o lejos
es lo mismo. No desprecia lo pequeño ni valora lo grande. Donde difieren todos los parámetros, ¿cómo se puede comparar? Con una mirada, absorbe el pasado y el presente, sin lástima por el pasado ni impaciencia con el presente. Todo está en movimiento. Él tiene la experiencia de la plenitud y el vacío. No se regocija con el éxito, ni se lamenta del fracaso. - Mi opinión es que nunca se encuentra la felicidad hasta que se deja de buscarla. Mi mayor felicidad consiste precisamente en no hacer absolutamente nada pensado para obtener la felicidad; y éste, según el criterio de la mayor parte de la gente, es el peor de todos los caminos posibles.
- El árbol derecho es el primero en ser talado, el arroyo de aguas claras
- Aquel que está contento consigo mismo ha realizado un trabajo carente de valor. El éxito es el principio del fracaso. La fama es el comienzo de la desgracia.»