No se ha estudiado suficientemente como ocurre, pero al pedalear te surgen ideas insólitas, soluciones a los problemas más intermitentes y las propuestas más descabelladas. Eso lo sabemos bien las personas que solemos montar en bicicleta.
Al parecer, las principales culpables de que eso ocurra son las endorfinas, un tipo de neurotransmisores que se generan, entre otras situaciones, con el ejercicio físico. Actúa como un opiáceo, creando felicidad, pero de forma totalmente endógena, generada por el cuerpo humano.
Las endorfinas, además de ser gratis, te cambian. Te cambian el carácter, te cambian el humor y te añaden creatividad. Además tomas más la iniciativa, haciendo cosas que generalmente no sueles hacer. Es ponerse a pedalear e inmediatamente engrosas la lista de personas con ideas innovadoras, relativizadores de problemas y literatos con musa. Dejas de pertenecer al reino de la vulgaridad y pasas a ser un poeta, un filósofo o incluso un arrogante creador de ideas originales que provienen de un universo juvenil cargado de romanticismo.
Es por eso que he creado un nombre para estas endorfinas: Endorficletas. Una endorficleta sería, por lo tanto, una endorfina creada al pedalear de forma continuada sobre una bicicleta.
Nadie me va a convencer de que las endorfinas generadas en otras situaciones, como las que se generan con la excitación sexual, el dolor o el consumo de chocolate, son similares a las endorfinas creadas por el pedaleo, porque tengo claro que no son en absoluto iguales. Las que se generan montando en bicicleta se alargan en el tiempo y abren los canales más escondidos que tenemos en la glándula pitutaria y el hipotálamo.
Desde luego las endorfinas no son las únicas culpables para endorficletar a una persona. Hay más factores para llegar a ese estado, como puede ser la hiperventilación que se genera al pedalear durante un largo periodo de tiempo. Una mayor cantidad de oxígeno lleva a una mayor calidad neuronal, como no ocurre cuando uno está sentado en una mesa esperando la inspiración, con una taza de té en una mano y un lápiz en la otra, mirando al infinito sin saber por dónde comenzar a escribir.
El problema de ir en bicicleta es que no es fácil tomar nota de esas ideas, esos textos, esas locuras imaginativas o esos poemas. Uno, en su enorme éxtasis endorficleto, cree que lo recordará luego. Pero lo cierto es que no es así. Cuando te bajas de la bicicleta y dejas pasar un rato (el mismo en el que las endorfinas dejan de hacer efecto y la ventilación cesa disminuyendo la calidad neuronal) esas ideas imaginativas se pierden entre los surcos de la memoria, dejando de existir de inmediato.
El fenómeno de las ideas sobrevenidas por las endorfinas tiene, por otro lado, efecto aditivo. Cuando se te ocurre una cosa, luego se te ocurren muchas más, sumándose a las anteriores. Pero, igualmente, no es posible recordar tantas cosas, y con tanto detalle, cuando te has bajado de la bicicleta.
Fuente : http://eldelabici.blogspot.com.es/2014/10/endorficleta.html – Juan Merallo –