Con el paso del tiempo, » En el camino», un libro que fue la biblia y el manifiesto de la generación beat, se ha convertido en una novela de culto y un clásico de la literatura norteamericana.
A mí, me ha pillado ya mayor, porque terminas el libro con unas galas insanas de alquilar el coche más viejo del «confesionario» 🙂 y comenzar la Ruta-66; recogiendo a todo autoestopista y bicho viviente que te encuentres en las cunetas. Siempre han sido malos tiempos para el autostop :). No creo que haya que ir a las carreteras para buscar la satisfacción que encontramos en otros lugares de peregrinaje menos inhóspitos. Pero germen de aventuras, «carretera y manta» es la expresión española que más se acercaría a lo que significa el mundo del viaje; es algo que todos hemos querido hacer alguna vez.
Demasiadas expectativas las que se generan los protas de la novela, de lo que se van a encontrar, el vivir el día, el no future, la búsqueda del goce personal … Entrañables personajes estos estos vagabundos existenciales que acabas sin saber si se trata de una búsqueda o una huída.
mis marcadores sobre este libro:
- —Maw, échame el pienso antes de que tenga que empezar a comerme a mí mismo o voy a hacer alguna maldita cosa parecida —dijo, y se dejó caer en una banqueta y siguió ¡jo! ¡jo! ¡jo! ¡jo!— Y ponme judías con lo que sea. Y el espíritu del Oeste se sentaba a mi lado.
- Nada de cortejo, nada de una verdadera conversación de corazón a corazón, aunque la vida sea sagrada y cada momento sea precioso.
- entre los derrotados mozos y las chicas que lavaban platos y que no hacían ningún esfuerzo por disimular su fracaso, pero ni siquiera allí lo encontramos. Todavía nos quedaban diez dólares.
- —No bebo cuando conduzco —dijo tendiéndome una botella. Tomé un trago y se la pasé—. ¡Qué coño! —añadió y bebió.
- con sus millones y millones de personas esforzándose por ganarles un dólar a los demás, el sueño enloquecido: cogiendo, arrebatando; dando, suspirando, muriendo sólo para ser enterrados en esos horribles cementerios de más allá de Long Island.
- Lucille nunca me comprendería porque me gustan demasiadas cosas y me confundo y desconcierto corriendo detrás de una estrella fugaz tras otra hasta que me hundo. Así es la noche, y eso produce. No puedo ofrecer más que mi propia confusión.
- Sentí una dulce beatitud oscilante, como un gran chute de heroína en plena vena; como un trago de vino al atardecer que hace estremecerse; mis pies vacilaron. Pensé que iba a morir de un momento a otro.
- y nos encontrábamos justamente donde habíamos empezado, en la calle Larimer. Y a mi viejo lo detuvieron y tuve que presentarme ante el juez y pedirle que lo soltara porque era mi padre y no tenía madre.
- Era el precio de la noche
- centenar de marinos y de individuos diversos fueron al retrete y soltaron sus excrementos encima de mí hasta que me dejaron irreconocible. Pero ¿qué importaba…? El anonimato en el mundo de los hombres es mejor que la fama en los cielos,
- —¿Sabes? Empieza a gustarme este olor —dijo Stan—. Ya no puedo olerme a mí mismo.
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