En agosto de 2024, el juez Amit Mehta calificó a Google como «monopolista», desencadenando un terremoto en la industria tecnológica que podría resultar en la medida más radical contra un gigante digital: la división de Alphabet. El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha puesto sobre la mesa la posibilidad de dividir a Google, separando negocios como Android, Chrome y su motor de búsqueda en empresas independientes, en lo que podría convertirse en el caso antimonopolio más significativo desde la división de AT&T en los años 80. Este análisis examina las causas, posibles efectos y precedentes históricos de esta propuesta que podría redefinir el panorama tecnológico global.

Fundamentos del Caso Antimonopolio contra Google

Las acusaciones contra Google no son nuevas, pero han alcanzado un punto crítico en los últimos años. El Departamento de Justicia de Estados Unidos argumenta que la empresa ha construido un monopolio en el mercado de búsquedas en línea mediante prácticas anticompetitivas. Una de las principales críticas se centra en los acuerdos multimillonarios que Google establece con otras compañías para ser el buscador predeterminado en sus dispositivos. El ejemplo más notable es el acuerdo con Apple, valorado en aproximadamente 20.000 millones de dólares anuales, que garantiza que Google sea el motor de búsqueda predeterminado en los dispositivos iOS. Según el Departamento de Justicia, «durante más de una década, Google ha controlado los canales de distribución más populares, dejando a los rivales con poco o ningún incentivo para competir por los usuarios».

El poder de mercado de Google se manifiesta en múltiples dimensiones: domina el mercado de búsquedas en línea, controla Android (el sistema operativo móvil más utilizado del mundo), posee Chrome (el navegador más popular) y obtiene enormes beneficios de la publicidad digital. Esta integración vertical y horizontal le otorga ventajas significativas sobre cualquier competidor potencial, creando lo que los reguladores consideran barreras infranqueables para la competencia efectiva.

La Propuesta de División y sus Implicaciones

La propuesta del Departamento de Justicia contempla medidas drásticas que transformarían radicalmente el ecosistema digital. La división de Google podría materializar la separación del sistema operativo Android, el navegador Chrome y el negocio de búsqueda en entidades independientes. Además, se considera obligar a Google a compartir datos de búsqueda con competidores y restringir su capacidad para utilizar estos datos en el entrenamiento de modelos de inteligencia artificial generativa.

Las audiencias sobre los remedios propuestos están programadas para abril de 2025, con una decisión esperada en agosto del mismo año. Sin embargo, Google ya ha anunciado que apelará cualquier decisión desfavorable hasta llegar al Tribunal Supremo, lo que podría extender el proceso durante varios años más.

La reacción de Alphabet, matriz de Google, ha sido contundente. La compañía ha calificado las propuestas como «radicales y extensas», advirtiendo que tendrían «importantes consecuencias no deseadas para los consumidores, las empresas y la competitividad estadounidense». Lee-Anne Mulholland, vicepresidenta de asuntos regulatorios de Google, ha defendido que dividir la compañía tendría consecuencias negativas para los usuarios, argumentando que Google utiliza los datos de búsqueda para mejorar sus prácticas de seguridad y privacidad.

Precedentes Históricos: AT&T y Microsoft

El caso de Google evoca inevitablemente dos precedentes fundamentales en la historia antimonopolio estadounidense: la división de AT&T y el caso de Microsoft que finalmente no resultó en separación.

La División de AT&T: Un Precedente de Éxito

En 1982, el caso United States v. AT&T concluyó con la ruptura del monopolio telefónico conocido como «Ma Bell». AT&T se había convertido en la empresa más grande del mundo, dominando completamente las telecomunicaciones estadounidenses. A pesar de considerarse un «monopolio natural», el Departamento de Justicia demandó a AT&T bajo la Ley Sherman Antimonopolio, argumentando prácticas anticompetitivas.

El juez Harold Greene presidió el caso que resultó en la división de AT&T en siete compañías regionales de operación telefónica (las «Baby Bells») y una versión mucho más pequeña de AT&T. Esta división transformó radicalmente el panorama de las telecomunicaciones estadounidenses, abriendo el mercado a nuevos competidores y estimulando la innovación en el sector. La decisión se basó en que AT&T había logrado su posición dominante mediante prácticas que restringían la competencia, como el control de patentes y la limitación de dispositivos que podían conectarse a su red.

Microsoft: El Gigante que Esquivó la División

El caso de Microsoft presenta un contraste interesante. En 2000, el juez Thomas Penfield Jackson ordenó la división de Microsoft en dos empresas: una para sistemas operativos (Windows) y otra para el resto de programas, incluido el software de internet. Esta decisión se produjo después de que se determinara que Microsoft había abusado de su posición dominante, particularmente mediante la integración de su navegador Internet Explorer con Windows para eliminar a competidores como Netscape.

Sin embargo, en 2001, bajo la nueva administración Bush (considerada menos intervencionista que la administración Clinton), el Departamento de Justicia renunció formalmente a exigir la división de Microsoft3. Un tribunal de apelaciones había rechazado la decisión original, aunque reconocía que Microsoft había logrado su posición monopolística violando leyes antimonopolio. Esta reversión permitió a Microsoft continuar como una entidad única, aunque con ciertas restricciones en sus prácticas comerciales.

Consecuencias Potenciales para el Futuro Digital

Una posible división de Google tendría profundas implicaciones para todo el ecosistema digital. A corto plazo, podría debilitar temporalmente la posición de la compañía, creando oportunidades para competidores en búsquedas, navegadores y sistemas operativos móviles. También podría afectar significativamente a empresas que dependen de acuerdos con Google, como Apple, que recibe ingresos sustanciales por hacer de Google su buscador predeterminado.

A largo plazo, sin embargo, la división podría estimular la innovación al crear un campo de juego más equilibrado. Las entidades resultantes de la división seguirían siendo empresas poderosas en sus respectivos sectores, pero estarían obligadas a competir entre sí y con otros actores en igualdad de condiciones.

Conclusión

El caso antimonopolio contra Google representa un momento decisivo en la regulación de la economía digital. La historia nos muestra resultados mixtos: mientras que la división de AT&T transformó positivamente las telecomunicaciones, el caso de Microsoft ilustra cómo los cambios políticos y las apelaciones judiciales pueden alterar el curso de estas batallas legales. Lo que está claro es que, independientemente del resultado final, este proceso ya está influyendo en las estrategias corporativas y el desarrollo tecnológico, estableciendo precedentes para la regulación de la economía digital en las próximas décadas.